EL SENTIDO DE TODO ESTO

NADA ES VERDAD. TODO VALE. YA NADA ES SAGRADO. YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS. LA TUNA, BAJO SU FRIVOLA APARIENCIA DE CANCIONES INSULSAS, DISFRACES DECANDENTES Y NUMEROS DE CABARET MEDIEVALESCOS, NOS ENSEÑA EL CAMINO Y LA UNICA VERDAD. EL CONOCIMIENTO NO EXISTE. EN LA UNIVERSIDAD NO SE ENSEÑA NI SE APRENDE. A TRAVÉS DEL SOLIPSOLISMO Y EL NIHILISMO CONTEMPLAMOS QUE LAS COSAS SON COMO SON Y NO COMO DEBERÍAN SER. PARA ELLO ES NECESARIO ALCANZAR A VER LA CARA OCULTA DE LAS COSAS. NOS VEREMOS EN LA CARA OCULTA DE LA TUNA

domingo, 6 de mayo de 2012

SABER GANAR, SABER PERDER



Dos conceptos muy de moda últimamente. Desde hace tres semanas, no se habla de otra cosa. Tanto los “hunos” como los “otros” se achacan mutuamente la falta de esas supuestas virtudes aristotélicas. Lo cierto es que vivimos en un país que no sabe. No sabe nada. No sabe geografía, no sabe votar, no sabe ver la tele, no sabe perseguir el fraude fiscal y mucho menos sabe estimular la economía, aumentar el empleo y la productividad y todas esas recetas mágicas. ¿De verdad le sorprende a alguien que no sepamos ni ganar ni, mucho menos perder?.

Ayer quedó demostrado. España es un país que tiende a polarizar en extremo cualquier espectro de posturas grises hasta reducirlo a dos colores: blanco o negro. A una moneda con dos caras. Esas dos caras las tenemos hoy reproducidas en dos personas: el ínclito, estoico y comedido pensador Guardiola; y su antítesis o némesis Mourinho, personaje siniestro donde los haya, maquiavélico a la par que histriónico. Ayer cada uno salió a la palestra a interpretar con brío su actuación.

Guardiola optó por la fina ironía, el sutil estoque del sarcasmo disfrazado de nebulosa filosófica. Podemos afirmar que existe consenso universal a la hora de afirmar que saltar del barco que se hunde es de mal perdedor. Si encima eres capitán de un barco es además delito (que se lo pregunten al capitán del Concordia). No obstante, había hecho méritos más que suficientes para obviar esa pequeña mácula de indecencia entre tanta orgía de loas y alabanzas. No contento con ello, aprovechó ayer para tender la mano al vencedor, a la par que con la otra mano le deslizaba con inquina una puñalada en el costado. El ganador es justo ganador, pero en verdad han pasado cosas que de no haber pasado habrían provocado que el ganador hubiera sido otro, ergo, el ganador no es justo ganador. He de reconocer que semejante giro literario está sólo a la altura de grandes maestros de las palabras. Si la brillantez técnica del recurso utilizado está fuera de toda duda, lo cierto es que es en el aspecto ético donde Josep ha fallado a toda una tradición filosófica que arranca desde Séneca con su estoicismo hasta su figura como digno sucesor, pasando por pensadores ilustres como el santo Job, San Agustín o Kant. En definitiva, no sabe perder, pero en su defensa diré que sabe no saber perder con estilo.

Mourinho por su parte nos tiene acostumbrados a otro tipo de registros. Si Guardiola encaja más con un elegante caballero oscuro, atormentado, silencioso, pero firme e inflexible en su lucha contra la injusticia, Mou interpreta a la perfección el papel de Joker, histriónico, exagerado en sus gestos y su mensaje, anárquico, sembrando caos y destrucción por doquier. Pero lo cierto es que de último ha cambiado el estilo de sus travesuras, decantándose por el silencio o por el desplante. Y eso es precisamente lo que sucedió ayer. Por fin cambiado el guión, el villano ganó al héroe, el cual no pudo desbaratar su refinado plan para conquistar el mundo. Cualquier aficionado a las tramás superheróicas sabe que el día que el Joker derrote a Batman, no le tenderá la mano y le felicitará por la contienda. Ni mucho menos. Bailará desarretado sobre su maltrecho cadáver. Eso es más o menos lo que los puristas esperaban de Mou. Sin embargo, éste optó por un lacónico NO ante las cámaras, lo que le asemeja más a otro villano de corte más clásico: el Dr. No. Los profetas de la corrección hubieran preferido unas palabritas, de corte simpático y partenal, a ser posible. Pero olvidan lo que este maestro de la parafernalia puede hacer cuando entra en escena. Además está el hecho de festejar su séptima liga, lo que ha sentado mal a algunos. ¿Qué esperaban? El Joker utiliza a sus esbirros para sus propios fines. Todos son títeres para su fin superior: la conquista global. En este caso, es otra liga más, un medio para su propio y ansiado fin. Pero bueno, en definitiva. No supo ganar, pero lo cierto es que pudo no saber ganar mucho menos…

Sírvase cómo ejemplo de que esta conducta está muy extendida lo que ocurrió semanas atrás. El Barcelona cae ante el Chelsea. El Madrid se alegra. El Madrid cae ante el Bayern. El Barcelona se alegra. Derrotados alegrándose de la derrota ajena. Ninguno sabe perder. No quedaremos con las ganas de comprobar si alguno hubiera sabido ganar en esa situación…

Que nadie me malinterprete, no estoy en contra de las dos actuaciones. De hecho sirven para corroborar mi hipótesis: que no hay ciencia o disciplina que enseñe el arte de saber ganar o perder; que ya puestos a aprender sabidurías más útiles, aprendamos a saber vivir, saber sobrevivir, o a saber saber, ejemplo redundante y último de suprema epistemología.


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