EL SENTIDO DE TODO ESTO

NADA ES VERDAD. TODO VALE. YA NADA ES SAGRADO. YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS. LA TUNA, BAJO SU FRIVOLA APARIENCIA DE CANCIONES INSULSAS, DISFRACES DECANDENTES Y NUMEROS DE CABARET MEDIEVALESCOS, NOS ENSEÑA EL CAMINO Y LA UNICA VERDAD. EL CONOCIMIENTO NO EXISTE. EN LA UNIVERSIDAD NO SE ENSEÑA NI SE APRENDE. A TRAVÉS DEL SOLIPSOLISMO Y EL NIHILISMO CONTEMPLAMOS QUE LAS COSAS SON COMO SON Y NO COMO DEBERÍAN SER. PARA ELLO ES NECESARIO ALCANZAR A VER LA CARA OCULTA DE LAS COSAS. NOS VEREMOS EN LA CARA OCULTA DE LA TUNA

miércoles, 23 de octubre de 2013

EL DOCTRINAZO


Últimamente parece que si estudiaste derecho y te la suda la doctrina Parot poco más que te retiran el título. Así que para seguir disfrutando del derecho a tertuliar como si lo supiera todo, me veo en la obligación de volcar unas líneas.

Seré breve. Por supuesto que no me la suda, pero no me sorprende. Esta doctrina es como su propio nombre indica eso: una doctrina. No es ley, sino una propuesta de interpretación de leyes para que en vez de que se apliquen las mismas, se aplique otra cosa. ¿Me voy explicando?

Aquí el problema no reside en Estrasburgo, ni siquiera en el inefable ZP cuyas respuestas se encuentran en su libro. El problema reside en un mal endémico español: el complejo que nos entró al tener que construir nuestra modernidad en tres décadas.

Y es que lo que no se puede hacer es presumir de contar con uno de los sistemas penales más avanzados de Europa para luego no aplicarlo. ¿Se imaginan construir un aeropuerto para luego no utilizarlo? (espera…oh…)

Si realmente quieres que alguien condenado a casi 4.000 años de cárcel no salga a los 21 años tienes un amplio abanico de opciones, las cuales no es tarea mía juzgarlas moralmente, que abarcan desde la cadena perpetua, el cumplimiento íntegro de las penas, suprimir beneficios penitenciarios o el aumento del límite para las penas de privación de libertad. Estas opciones a gusto del consumidor sí respetan los derecho humanos y el principio de legalidad, que no es poco. Pero ya sabemos lo que le gusta a un “hipster” del derecho huir del “mainstream” normativo…


domingo, 6 de mayo de 2012

SABER GANAR, SABER PERDER



Dos conceptos muy de moda últimamente. Desde hace tres semanas, no se habla de otra cosa. Tanto los “hunos” como los “otros” se achacan mutuamente la falta de esas supuestas virtudes aristotélicas. Lo cierto es que vivimos en un país que no sabe. No sabe nada. No sabe geografía, no sabe votar, no sabe ver la tele, no sabe perseguir el fraude fiscal y mucho menos sabe estimular la economía, aumentar el empleo y la productividad y todas esas recetas mágicas. ¿De verdad le sorprende a alguien que no sepamos ni ganar ni, mucho menos perder?.

Ayer quedó demostrado. España es un país que tiende a polarizar en extremo cualquier espectro de posturas grises hasta reducirlo a dos colores: blanco o negro. A una moneda con dos caras. Esas dos caras las tenemos hoy reproducidas en dos personas: el ínclito, estoico y comedido pensador Guardiola; y su antítesis o némesis Mourinho, personaje siniestro donde los haya, maquiavélico a la par que histriónico. Ayer cada uno salió a la palestra a interpretar con brío su actuación.

Guardiola optó por la fina ironía, el sutil estoque del sarcasmo disfrazado de nebulosa filosófica. Podemos afirmar que existe consenso universal a la hora de afirmar que saltar del barco que se hunde es de mal perdedor. Si encima eres capitán de un barco es además delito (que se lo pregunten al capitán del Concordia). No obstante, había hecho méritos más que suficientes para obviar esa pequeña mácula de indecencia entre tanta orgía de loas y alabanzas. No contento con ello, aprovechó ayer para tender la mano al vencedor, a la par que con la otra mano le deslizaba con inquina una puñalada en el costado. El ganador es justo ganador, pero en verdad han pasado cosas que de no haber pasado habrían provocado que el ganador hubiera sido otro, ergo, el ganador no es justo ganador. He de reconocer que semejante giro literario está sólo a la altura de grandes maestros de las palabras. Si la brillantez técnica del recurso utilizado está fuera de toda duda, lo cierto es que es en el aspecto ético donde Josep ha fallado a toda una tradición filosófica que arranca desde Séneca con su estoicismo hasta su figura como digno sucesor, pasando por pensadores ilustres como el santo Job, San Agustín o Kant. En definitiva, no sabe perder, pero en su defensa diré que sabe no saber perder con estilo.

Mourinho por su parte nos tiene acostumbrados a otro tipo de registros. Si Guardiola encaja más con un elegante caballero oscuro, atormentado, silencioso, pero firme e inflexible en su lucha contra la injusticia, Mou interpreta a la perfección el papel de Joker, histriónico, exagerado en sus gestos y su mensaje, anárquico, sembrando caos y destrucción por doquier. Pero lo cierto es que de último ha cambiado el estilo de sus travesuras, decantándose por el silencio o por el desplante. Y eso es precisamente lo que sucedió ayer. Por fin cambiado el guión, el villano ganó al héroe, el cual no pudo desbaratar su refinado plan para conquistar el mundo. Cualquier aficionado a las tramás superheróicas sabe que el día que el Joker derrote a Batman, no le tenderá la mano y le felicitará por la contienda. Ni mucho menos. Bailará desarretado sobre su maltrecho cadáver. Eso es más o menos lo que los puristas esperaban de Mou. Sin embargo, éste optó por un lacónico NO ante las cámaras, lo que le asemeja más a otro villano de corte más clásico: el Dr. No. Los profetas de la corrección hubieran preferido unas palabritas, de corte simpático y partenal, a ser posible. Pero olvidan lo que este maestro de la parafernalia puede hacer cuando entra en escena. Además está el hecho de festejar su séptima liga, lo que ha sentado mal a algunos. ¿Qué esperaban? El Joker utiliza a sus esbirros para sus propios fines. Todos son títeres para su fin superior: la conquista global. En este caso, es otra liga más, un medio para su propio y ansiado fin. Pero bueno, en definitiva. No supo ganar, pero lo cierto es que pudo no saber ganar mucho menos…

Sírvase cómo ejemplo de que esta conducta está muy extendida lo que ocurrió semanas atrás. El Barcelona cae ante el Chelsea. El Madrid se alegra. El Madrid cae ante el Bayern. El Barcelona se alegra. Derrotados alegrándose de la derrota ajena. Ninguno sabe perder. No quedaremos con las ganas de comprobar si alguno hubiera sabido ganar en esa situación…

Que nadie me malinterprete, no estoy en contra de las dos actuaciones. De hecho sirven para corroborar mi hipótesis: que no hay ciencia o disciplina que enseñe el arte de saber ganar o perder; que ya puestos a aprender sabidurías más útiles, aprendamos a saber vivir, saber sobrevivir, o a saber saber, ejemplo redundante y último de suprema epistemología.


lunes, 30 de abril de 2012

HASHTAG WARS



En una red social muy lejana, se libra una batalla encarnizada entre dos bandos por consagrar ante el altar de los “Trending Topics” su dogma convertido a palabreja precedida del signo #.

Todo empezó cuando las hordas socialistas lanzaron al ciberespacio la consigna #VANAPORTODO. Hay que destacar que los progres siempre han manejado mejor los recursos publicitarios, desde los tiempos en que nos vendieron el producto ZP. Por eso, alarmados ante el desmantelamiento sin complejos del antes conocido como Estado del Bienestar, deciden en un golpe de efecto magistral, extender su mensaje vía twitter para que todos lo sepamos, como si no lo supiéramos.

Por otra parte, el Imperio Popular nunca ha estado a la vanguardia de la comunicación. Defensores del legado de un pasado glorioso: la unidad de España, la familia de bien, la misa de los domingos con zapatos nuevos, el Valle de los Caídos y dejar el esqueleto en el armario por si al sacarlo levanta su huesudo dedo acusador contra ellos. Todas estas ideas no casan con hacer campaña en esa tierra de nadie en la que se ha convertido el ciberespacio.

No obstante, las cosas han cambiado desde que Rajoy invocara a Twitter en el debate electoral, en lo que se recuerda como una de las pocas frases que dijo sin incluir una mentira. Así que las huestes peperas no han tardado en contraatacar apadrinando el hashtag #NOHANDEJADONADA y contraatacando la ofensiva sociata desde su particular estrella de la muerte.

Lo cierto es que es difícil decidir cual de los dos da más pena. A los del #vanaportodo, les recordaría que el desmantelamiento empezó con ellos, cuando decidieron que había que becar a los bancos por su insustitible colaboración a la hora de empezar el declive de la civilización occidental. Ahí empezó todo. Pero es que los del #nohandejadonada deberían mirárselo también. Que no había nada ya lo sabíamos todo. Aún así quisieron tomar las riendas de este país, sin que nadie les obligara. Así que, aunque se haya convertido en trending Tepic, no deja de ser una excusa más que cutre para justificar el más que reiterado incumplimiento de promesas electorales. Que conste que yo no me siento defraudado, ya que nunca las creí, pero el españolito de a pie que si votó al PP confiando a ciegas en sus propuestas salvadoras se merece algo más que un “es que no han dejado nada…” como respuesta a su perplejidad tras comprobar que lo habían engañado. Las herencias son así, si ya se sabe que el abuelo sólo dejó deudas en el casino, mejor no aceptarla. Parece mentira que a todo un señor Registrador de la Propiedad no se le haya ocurrido aceptar la herencia del anterior gobierno a beneficio de inventario.

Sea como fuere, esta guerra de hashtags lo único que puede provocar es que los diputados ya ni se molesten en ir a discutir al Congreso, sino que lo hagan vía Twitter utilizando hashtags tan maníqueos como los anteriormente mencionados. No obstante, viendo el lapso de tiempo transcurrido entre lo sucedido y estás palabras, lo cierto es que este artículo es un #GOLDESEÑOR.

martes, 8 de noviembre de 2011

NOS MUDAMOS

PUES ESO, A PARTIR DE AHORA PODRÁN ENCONTRARNOS EN:

http://drojaenelcolacao.blogspot.com/

UN BLOG IGUAL DE MALO QUE EL ANTERIOR

jueves, 3 de noviembre de 2011

APOLOGÍA DE LA EMIGRACIÓN



No me malinterpreten. Adoro ese programa. Lo considero un oasis en medio del yermo páramo desierto en el que se ha convertido el panorama televisivo nacional, tedetés incluido, en cuanto a unos estándares mínimos de decencia, inteligencia y calidad (¿para cuándo auditorías de calidad ISO-9001 para los medios de comunicación?).

Pero lo cierto es que cada vez que veo Españoles en el Mundo me viene a la cabeza el mismo pensamiento: lárgate de aquí, nadie es profeta en su tierra. Me asombra la cantidad de compatriotas que subsisten allende la frontera, todos con similar fortuna y una misma frase clonada: “en España no sería posible vivir así”. Da gusto ver como problemas tales como alquileres estratosféricos, hipotecas leoninas o trabajos temporales e infraremunerados parecen ser males endémicos de esta tierra y no parecen afectar a los colones hispanos del “nuevo mundo”. Todavía no he visto a un español en el mundo que sea becario, o mileurista, o que comparta un piso de 45 metros cuadrados con un rumano, un senegalés o un ecuatoriano (los erasmus no cuentan), que tenga dificultades para llegar a fin de mes o que simplemente esté en el paro.

La explicación más plausible es pensar que “haberlo, hailos”, pero que a nadie le interesaría la vida de un español que trabaje de becario para una multinacional en Bangladesh, u otro que lleva seis meses de desempleo mientras sobrevive haciendo chapuzas en economía sumergida en Dinamarca. De esos ya tenemos bastantes aquí. Así que tomándose la pertinente licencia drámatica en pro del espectáculo, sólo aparece esos españoles, hechos a si mismo, que se han forjado un porvenir provechoso a base de trabajo, audacia, esfuerzo y tesón, convirtiéndose en ejemplo, luz y guía para todos aquellos que deambulamos entre las sombras de estos tiempos tenebrosos que nos ha tocado habitar.

Yo sin embargo, prefiero quedarme con la teoría de la conspiración según la cual esto no es más que un canto de sirena orquestado por los poderes fácticos a través del medio oficial de propaganda (TVE) para que los que protestamos simplemente nos vayamos con la música a otra parte. A mi ni me la pegan. Apología de la emigración. Español, lábrate un futuro, pero fuera de aquí, que luego te entrevistaremos para que nos digas que lo único que echas de menos es la familia y el jamón serrano. Eso sí, orgullosos de nuestra selección, ese nuevo referente patriótico y quizás el único ejemplo contemporáneo de personas que si han triunfado en España. Mentira: ellos también han tenido que emigrar a Austria y a Sudáfrica para prosperar.

Añoro aquellos tiempos en los que cayucos y pateras arrivaban nuestras costas con la frecuencia de las líneas aéreas “low-cost”. Aquello emigrantes venían a España porque nuestra televisión provocaba un efecto llamada al vender una imagen de una España burbujeante en lujos, diversión y frivolidades. Pero a la Coca-cola se le fue el gas. Definitivamente, las cosas han cambiado.